-Mi abuela y sus croquetas (o “cocretas” como ella dice). Están tan ricas que deberían estar expuestas en el Prado o el Louvre. Además de su saber hacer en los fogones, el arte que tiene para decirme que coma más, que estoy en los huesos, y que al final me lo acabe creyendo con la barriga cervecera que luzco, es impagable.

-Mi padre: Ver a mi padre ponerse el delantal en ocasiones especiales como nochevieja, eso es arte. Durante el resto del año solo pisa la cocina para devorar, pero cuando se pone, es porque algo grande está pasando. Su especialidad son los langostinos a la plancha. Arte es verle salir con aire triunfal de la cocina y toda la familia lanzándose a por su bandeja.

- Mi madre: Además de hacer comida deliciosa para todos a la velocidad del vértigo, controla que nos comamos todo. Con ella no hay manera de echar las sobras al perro, siempre está atenta!

- En mi caso, ese trozo de pizza que dejo el viernes por la noche en el frigo y no me espero encontrar cuando vuelvo de fiesta es arte (al convertir lo que en condiciones normales sería un trozo de plástico frio en mi salvación nocturna).

Ilkhi